Veintiuno

No sabía cómo tomarte

si habíamos sido sumergidos de pronto entre tanta tormenta

en el mar oscuro de mi segunda tarde

y tuve que abrazar mis rodillas

mientras te sostenía

y acariciarme un poco el hombro

para no llorar mientras sonreía

habías venido a la vida!

y yo allí

en el fondo marino tratando de salir a la superficie

mientras tu bien sabías respirar allí entre tanta agua

yo sentía el peso del todos los océanos sobre mis hombros

y no encontraba ni luz ni aire ni abrigo

pero tú mismo me guiaste

a través de ese lazo latiente que aún nos une

y me hiciste ver que brillaban hipocampos

y medusas celestiales

que allí donde nunca pensé estar

habían maravillas de vida

y que la oscuridad era momentánea

que pronto el sol también resplandecería a través de las aguas

y los peces empezarían su cosecha

que pronto saldríamos a superficie

y aunque tu fueras del mar

también sabrías andar en tierra firme

pero yo aún temo

que no logres tu pesca algún día

que tu caña se quiebre

que se te caigan las alas en pleno vuelo

que no logres ver el sol ardiente

ni escuchar al mar embravecido

por más que grite su furia o su grandeza

y sólo lo mires

o ni eso

que te quiebres en arena

en cenizas de conchas marinas

temo tanto!

tesoro escondido de mi entraña

que saliste en tu propia nave victorioso

pero el mundo aquí ya no es agua

y yo algún día seré estrella que te alumbre

en tu noche solitaria

nunca quisiera

devolverte al mar antes de mi último naufragio

pero tampoco quisiera

dejarte mirando el faro en solitario

sino con mil manos

que te guíen en tierra firme

mientras tu les muestras los milagros que despiertan cuando hay tormenta

el amor acrisolado

la libertad entre tus alas

pedacito bendito de mi entraña

Un comentario en “Veintiuno

Deja un comentario