la MADRE ausente

La madre ausente

Hoy no tengo donde refugiar mi doliente corazón
se ha quedado adormecido bajo la celeste lluvia.

Tus brazos se cerraron en cruz
un ensombrecido estío
y nunca más volvieron a abrirse

Y no pude besar tu frente fría
sostener tus manos grises
cerrar una a una las arrugas de tus párpados cansados
No pude refugiar mi miedo en tu silente corazón

A esta hora
que escucho el silencio de todas las voces
a esta hora
que la existencia se repite finalmente
en tus dos mundos
intento conjugar tu verbo
acaricio tu voz perdida
y no la alcanzo
el viento se la lleva junto a hojas secas
hasta fundirse en el polvo del olvido

Pero mañana iré
a regar tus verdes retoños
a deshojar el pan en veinte mil palomas mensajeras
a cobijarme en el cuarto del fondo
bajo la tibia ventana
en fotosíntesis intensa
y extrañar tu mano en mi cabeza
tu olor desparecido entre colonia y yerba santa
tu voz de pájaro silvestre
tu alondico,
tu cansancio de domingo por la tarde
que se sentaba a endulzar el tiempo
con pasillos
de sombras
de olor a rosas
con solitario dolor entre tu sombra
y dormir abrazaditas
Mamushquita, Mawita
hasta que el sol caliente
mi crucificada orfandad.

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